Color azul.
Salí del trabajo aproximadamente a las dos de la mañana, no era un trabajo muy bien pagado, pero con el poco dinero que recibía era suficiente para poder vivir decentemente, por desgracia últimamente tenía que trabajar más horas por menos salario, era cuestión de tiempo que me despidieran de esa empresa, en la que por otro lado no me resultaba muy cómodo trabajar. Mi vida social tampoco era muy buena, no me hablaba con nadie excepto con un compañero del trabajo.
Estaba caminando de vuelta a casa por las calles que recibían la débil luz de las pocas farolas que había muy repartidas en esos anchos caminos. Tras un rato andando sentí la presencia de alguien más, me giré, miré a ambos lados, a la acera opuesta, pero no había rastro de nada ni nadie, hasta que mi vista volvió al camino que estaba recorriendo, fue tal el susto que me llevé que ni siquiera pude gritar por lo que vi, aunque pensándolo bien no debería ni haberme asustado: había un gato de pelaje negro mirándome fijamente con unos profundos ojos color azul claro, aunque era poco visible, su cara mostraba una gran tristeza, no tenía collar por lo que deduje que era callejero.
Nuestras miradas estaban fijas en las del otro, hasta que miré el reloj de mi móvil y vi la hora, las tres menos cuarto de la mañana, con más prisa que antes retomé el camino a mi casa, gran sorpresa fue la mía cuando de reojo pude ver que la silueta del negro animal andaba a mi lado a la misma velocidad que yo, me estaba siguiendo, no soy una persona supersticiosa así que no me molestaba caminar acompañado de ese animal, que cuanto más lo pensaba más parecidos tenía conmigo: ojos color azul claro y pelaje casi tan negro como esa noche.
Llegué a la puerta de mi casa y el gato se sentó en el suelo observándome como entraba y volvía a cerrar detrás de mí. Me puse el pijama, cene y me dispuse a irme a mi cuarto para dormir por el agotador día, pero no pude, me fue imposible conciliar el sueño esa noche, no podía parar de dar vueltas en la cama y me era imposible cerrar los ojos, aún seguía pensando en ese bonito gato con el que me había encontrado. Salí con el pijama, que no me abrigaba mucho y el hecho de estar en invierno no mejoraba la situación, el animal seguía ahí sentado mirando hacia mi puerta, volví a quedarme un buen rato mirándole.
-¿Tú también estás solo, verdad?- me arrodillé y acaricié su cabeza, gesto que el animal respondió pegando su mejilla a mi mano.- Parece que si, no pasa nada, no eres el único.- Podría haber estado acariciando a ese gato toda la vida pero estaban empezando a caer pequeños copos de nieve, cogí al gato en brazos y lo metí en mi casa.- Lo siento pero no tengo comida de gato, mañana iré a comprar.- Dio un salto al suelo y frotó sus mejillas contra mi pierna derecha, no pareció importarle mucho la mala noticia.- Buenas noches, mañana tendrás un nombre y comida.- fui a mi cuarto seguido por el gato y me acosté con el animal en mis pies.
-Miau.
-Miau.
***Al día siguiente***
Me levanté temprano para la hora que era, superé mi récord personal, sin tiempo que perder desayuné, me vestí y me fui a comprar todo lo necesario para que el gato pudiera vivir en mi casa: comida y arena para gatos, dos comederos y un collar. Regresé a mi casa y más feliz que ayer por la noche, mi nueva mascota me estaba mirando sentado desde el pasillo.
-Hola, ya he vuelto de comprarlo todo.- Acaricié al animal y a la vez que se me escapaba una tonta sonrisa me volví a levantar para prepararle la caja con arena y los comederos, uno con agua y otro con comida, el animal muy feliz devoró ambos comederos y restregó su mejilla con mi mano derecha, ya que estaba agachado.
***Esa misma tarde***
Escuché el timbre y me dirigí a la puerta, al abrirla me encontré con una mujer de pelo largo y castaño, tenía un traje muy formal negro conjuntado con unas gafas que enmarcaban sus verdes ojos y embellecían su cara, parecía tener una edad cercana a la mía, entre unos veintiocho o veintinueve años; aunque no la conocía de nada.
-Hola, ¿es usted Víctor Savinto?- Dijo tímidamente.
-Si,soy yo ¿A qué se debe su visita?- Le pregunté amablemente con la intención de tranquilizarla.
-He escuchado que usted es muy bueno en el trabajo de contabilidad y venía a ofrecerle la posibilidad de trabajar en mi empresa, con un salario más alto del que tiene ahora mismo y un horario que no sobrepase sus capacidades ¿Qué le parece la oferta?- cuando dijo esto parecía más calmada y seria.
-Me parece muy bien, pero antes de comenzar el trabajo en su empresa debo retirarme de mi puesto actual.
-No se preocupe, mañana hablaré yo con su jefe y vendré aquí para que firme el contrato.- dijo sonriente.
-Es muy amable por su parte pero no tiene porqué facilitarme tanto el papeleo, ya lo arreglaré yo mañana todo.
-Para mí no es ningún problema, le insisto en que me encargue ese asunto, usted vaya preparando sus maletas, irá a la sede de la empresa, solo si no tiene nada en contra.
-¿Pero dónde está la sede?
-No muy lejos de aquí, por cierto se me olvidaba, se lo proporcionará una vivienda cerca de su zona de trabajo en la que podrá tener mascotas.- miró al gato
-En ese caso aceptaré.
-Perfecto, nos vemos mañana por la tarde entonces, adiós.- la mujer se dio la vuelta y se fue.
Esa noche comencé a preparar las maletas y todas mis pertenencias. Acabé muy cansado y después de jugar un rato con el gato me fui a dormir.
***Al día siguiente***
Me desperté pero no quería levantarme de la cama, aún seguía muy cansado por la gran cantidad de cosas que tuve que guardar, pero tras ver el reloj, que aún seguía en la mesita de noche, y ver que eran las seis menos cuarto de la tarde, salté de la cama para comenzar a arreglarme, la mujer de ayer no tardaría en llamar. Y dicho y hecho, el timbre de la puerta retumbó por toda la casa vacía, me vestí con las primeras prendas que cogí de la maleta y a toda prisa bajé para abrirle la puerta seguido por el gato negro.
Allí estaba ella, con un traje similar al de ayer y su pelo recogido en una coleta alta, lo cual le daba un aspecto más serio.
-Hola, espero no haber venido en un mal momento.- dijo mostrando una sonrisa.
-No es un mal momento tranquila... pasa.- Obviamente le mentí, tal vez con la intención de no hacerle sentir mal o quizás solo fue parecer organizado, cualidad que no acostumbro a tener.
Gracias.- La chica pasó y se sentó en una de las sillas para hablar sobre el contrato.
Allí estaba ella, con un traje similar al de ayer y su pelo recogido en una coleta alta, lo cual le daba un aspecto más serio.
-Hola, espero no haber venido en un mal momento.- dijo mostrando una sonrisa.
-No es un mal momento tranquila... pasa.- Obviamente le mentí, tal vez con la intención de no hacerle sentir mal o quizás solo fue parecer organizado, cualidad que no acostumbro a tener.
Gracias.- La chica pasó y se sentó en una de las sillas para hablar sobre el contrato.
***Terminamos de hablar sobre el contrato***
-Entonces bienvenido a la empresa, Víctor Savinto, mañana vendrá a buscarlo un coche de la empresa, nos veremos en el trabajo.
-Nos veremos en las oficinas.
-Miau.
-Jajaja, parece que no eres el único ilusionado en que empieces con tu nuevo trabajo.- dijo mi nueva jefa a la vez que se agachaba para acariciarle. Tras esto se fue.
***Tras un mes en su nuevo trabajo***
-Nokto, ese será tu nombre, sé que he tardado mucho en ponerte un nombre, pero sabes que con el tema de la mudanza y con lo de tener que acostumbrarme al nuevo trabajo he estado algo ocupado, pero ya tienes un nombre, aunque no sé si te gusta.
-Miau.- frotó su mejilla contra una de mis piernas.
-Lo tomaré como un sí.- Acaricié su cabeza.- Por cierto, hoy vendrá mi jefa Irina a cenar así que pórtate bien ¿vale?- El animal ronroneó.- Desde que te adopté mi vida ha cambiado a mejor, no sé si has sido tú o ha sido una coincidencia, pero gracias, Nokto.
Tras leer esta historia, ¿Dejarás pasar de largo al próximo gato negro que se te cruce por el camino o te mire fijamente?
Nos leemos, MT6.