Color amarillo.
Después de que en Japón se diera a conocer la noticia
de que el país iba a ser aislado y de que se iba
a eliminar la clase social conocida como los samuráis, gran parte de
este grupo, decidió dejar su querida
Tierra del Sol Naciente y partir junto con los extranjeros, la
mayoría de estos españoles y portugueses,
que huían por miedo a perder sus vidas. Para mi fortuna, un hombre
de España, con el que
hablaba todos los días y del que no puedo decir su nombre, me
ofreció llevarme a su tierra y darme
cobijo allí, gesto que aún a día de hoy le agradezco desde el
fondo de mi alma.
Preparamos todas nuestras pertenencias importantes y
cargamos con estas las embarcaciones que usaríamos
para llegar a nuestro destino. Durante el viaje, el señor me habló
sobre su tierra y lo mucho
que le gustaba ver la belleza de las calles de su aldea. Me sentía
muy emocionado por conocer
una tierra diferente a la mía, una pequeña villa encarcelada por
una sierra cubierta de marrón
y verde según lo que él me había contado. Llegamos a una costa en
la que mi segundo padre me
dio una extraña túnica cosida a un pedazo de tela de igual color
que ocultaba mi rostro, con una sombra
suficiente como para cubrir mis rasgos extranjeros y no ser
descubierto por nadie, posiblemente
como tendría que haber vestido obligatoriamente en mi país. Tras
esto retomamos a pie
nuestro viaje hacia esa villa de la que tanto me habían hablado, un
verdadero infierno cerca de las
tres semanas de duración, hasta que por fin llegamos a nuestro
destino: La Villa de Huelma. Tal y
como me habían dicho las marrones y verdes montañas que rodeaban el
territorio parecían mantenerlo
encerrado en un pequeño espacio, que a mis ojos era una gran zona
por explorar y con miles
de cosas que aprender.
La mañana posterior a nuestra llegada el hombre estuvo
enseñándome las principales reglas de su idioma,
ya que lo poco que sabía de español era el que había usado para
poder entenderme con el hombre
al que le debo la vida, al principio me resultó algo complicado y
aburrido de aprender, pero al
pensar que de eso dependería mi futuro en este país no me quedó
más remedio que esforzarme por
aprender rápidamente el idioma, su forma de escribir y varias de las
raras tradiciones que esa villa
tenía desde hace tiempo, hazaña increíble para mí, ya que en algo
más de cuatro meses pude dominar
bastante bien el lenguaje. Pero para su desgracia o suerte el hombre
también me contó una terrible
anécdota, que en algunos aspectos guardaba cierto parecido a una
leyenda muy conocida en
mi país, si mal no recuerdo la historia del hombre era algo así:
“Antes de que fuera a Japón un día
de tormenta, en una de las montañas que rodea esta villa cayó un
relámpago con tanta energía
que el pico de la montaña cobró vida, como la forma de este se
asemejaba a la de un lagarto,el
conjunto de piedras y tierra adoptaron la figura de ese temible
reptil. Todo el mundo vio como
el pico de la montaña cobraba una forma más realista y se levantaba
de la zona en la que antes había
un monte. Bajó hasta la villa y se quedó un rato mirando todas las
casas para después mover su
mano y demoler varias casa. Tras esto volvió a la montaña o a lo
poco que quedaba de ella, esto se
repetía cada mes en todas las villas de las cercanías todos los
aldeanos de la comarca de Sierra Mágina
estaban muy preocupados por lo que les pudiera pasar, no querían
dejar su tierra e irse a otras,
pero las riquezas de esa zona estaban disminuyendo ya que tenían que
reconstruir y volver a sembrar
todo lo que el gran reptil masacraba de sus terrenos. Este problema
solo lo sabían los habitantes
de esa comarca pues la mayoría de los caminos hacia el resto del
país habían sido cortados
por el monstruo, los únicos que quedaron libres fueron los que
estaban más ocultos o eran más estrechos, por este motivo pedir
ayuda a gente de los alrededores de la comarca era un acto
impensable. Pasados algunos meses el gran lagarto solo le permitía
salir a los mercaderes de la zona,
cosa que estaba empezando a eliminar la temida posibilidad de huir a
otros lugares...
La historia que estaba contado el hombre fue
interrumpida por unos ruidos muy fuertes de pisadas
y golpes de piedras cayendo contra el suelo. Los dos nos miramos con
cara de preocupación,
ya nos imaginábamos que era lo que provocaba ese estruendo, como era
de noche mi padre adoptivo
me dejó salir, con la extraña túnica puesta, a ver que estaba
pasando fuera.
Por desgracia, nuestros malos presentimientos eran
ciertos, era el reptil gigante que estaba derrumbando
varias casas, que por suerte no estaban muy cerca de la nuestra, solo
pude diferenciar
sus brazos y cuerpo de la sombra, su altura era la de un monte,
quizás por eso sus movimientos
eran muy lentos y tardó tanto tiempo en darse la vuelta para dar así
por finalizado su ataque.
Toda la villa se acercó para ver como estaban los habitantes de esa
zona, afortunadamente nadie
salió herido de gravedad, y con pocos tratamientos pudimos sanarlos
a todos; pero ver a todas esas
personas tristes me hizo recordar el motivo de que los samuráis,
antigua clase social a la que pertenecía
y a la que seguiré perteneciendo hasta mi muerte, existan: guerreros
que luchan guiados
por las decisiones que ellos creen correctas para poder obtener, con
su coraje y fuerza, la justicia
que no todo el mundo es capaz de pedir por su propia mano. Gracias a
este recuerdo tomé la
decisión de exterminar al lagarto para que no destruyera estas
tierras, que hace poco se habíanconvertido
en mi nuevo hogar.
A
la mañana siguiente de que el monstruo atacara la villa le conté al
hombre mi alocada idea, según
él, de matar a ese lagarto; al principio decía que estaba loco si
pensaba que podía ganar a
ese gran reptil, pero tras estar insistiéndole
algo más de una semana en que podría derrocarle con
el entrenamiento que recibí en mi país, conseguí que me diera su
aprobación para poder ir
por la noche, armado con mi espada, a la montaña en la que el
conjunto de tierra y piedras vivientes
vigilaba toda la comarca para así poder matarlo y que todos los
habitantes de la puedan volver
a vivir en esos días tranquilos en los que nada les impedía salir
de su tierra y vivían seguros.
La noche cayó rápidamente, cogí mi catana y la
túnica que uso para cubrirme el rostro, salí de casa ,
él ya me dijo el lugar en el que el monstruo descansaba por las
noches así que no me fue difícil encontrarlo.
Intentando hacer el menor ruido posible llegué a la montaña en la
que estaba dormido, con
el mayor sigilo del mundo desenvainé mi espada y le hice un profundo
corte en una de sus patas ,
que para mi sorpresa se la cortó completamente, el reptil se
despertó y antes de que me volviera a atacar
le corté el cuello con la misma facilidad que su extremidad, tras
esto dejó de moverse, indicio
suficiente para saber que lo había matado; toda la comarca escuchó
el grito del lagarto mientras
moría pero posiblemente por el miedo nadie salió de su casa, aun
así yo volví rápido a la mía
por si algún curioso se acercaba.
A la mañana siguiente fui despertado por los gritos de
alegría y emoción de las calles de la villa, parece
ser que ya habían visto los huesos de lo que antes había
aterrorizado tanto a la comarca de Sierra
Mágina, nadie sabía quien había sido la valiente persona que mató
a ese monstruo, lo que sí que
sabía todo el mundo es que no volverían a ver nunca más a ese
horrible lagarto que ahora volvía adornar el pico de una de las montañas que rodeaba la villa de
Huelma. Yo por mi parte no tuve ninguna
queja por que no me reconocieran el merito de mi hazaña, para mí el
mayor premio que recibí
fue poder vivir tranquilo con mi querido padre adoptivo y saber que
gracias a mí las futuras generaciones
no tendrán que vivir atormentadas por esa montaña que ahora es
conocida como: “El lagarto
de Sierra Mágina”.
He decidido compartir esta historia con vosotros, aunque al comienzo no me gustó, poco a poco me gustó cada vez más el resultado así que aquí la tenéis, una historia sobre mi tierra, quizás con algún anacronismo que otro.
He decidido compartir esta historia con vosotros, aunque al comienzo no me gustó, poco a poco me gustó cada vez más el resultado así que aquí la tenéis, una historia sobre mi tierra, quizás con algún anacronismo que otro.
Nos leemos, MT6.